Abordar el sector del Transporte como homogéneo y uniforme conlleva el riesgo de no remarcar la singularidad de cada uno de sus subsectores. Desde el punto de vista industrial ¿Qué tienen en común un camión, un buque, un tren o una aeronave? O desde la perspectiva económica ¿Qué tienen que ver los transportistas, con las empresas fabriles o servicial del sector aeronáutico, ferroviario o naval? Poco y mucho.
Aunque, su diversidad parece indiscutible, existen grandes puntos de encuentro, problemáticas y campos de actividad similares, como pueden ser los trabajos sobre los materiales, el modo de propulsión y energía, las infraestructuras y su mantenimiento, la digitalización, la seguridad (tanto safety como security) y la operación misma del servicio, que hacen que grandes empresas del sector intervienen tanto en el naval como en el transporte por carretera, el ferroviario o el aeronáutico.
El Transporte se puede dividir en segmentos para una mejor comprensión de su cultura económica intrínseca, de sus fortalezas y debilidades industriales y orientaciones estratégicas prioritarias de cara a grandes inversiones futuras. No obstante, todos los segmentos y empresas del sector se enfrentan a los mismos desafíos transversales.
Si tuviéramos que apuntar a los principales retos y palancas de desarrollo económico del sector del Transporte, en su globalidad en los próximos años, nos quedaríamos con:
El transporte sigue siendo una actividad intensiva en el uso de energía, que contribuye de manera significativa a las emisiones contaminantes a la atmósfera. En España, con una cuota de emisiones del 28% en 2018, es el sector número uno en materia de emisiones de GEI.
El transporte por carretera (urbano/no urbano de pasajeros y mercancías) sigue siendo el mayor emisor, seguido por el marítimo, el aéreo y el ferroviario, el modo más verde. Las empresas del sector están invirtiendo de manera masiva en grandes proyectos de descarbonización, abriendo nuevos mercados a nivel nacional e internacional:
Esta apuesta del sector privado está plenamente respaldada por el sector público, a través de la formación de colaboraciones públicas-privadas potentes, como la Alianza para el Uso del Hidrógeno Verde en la Aviación, cuya creación fue anunciada recientemente por el Ministerio de Transporte y Agenda Urbana (MITMA) y con la participación de grandes actores institucionales y asociaciones sectoriales.
También se podría mencionar el consorcio SHYNE, liderado por Repsol agrupa grandes empresas del sector Transporte, como Alsa, Talgo, Iberia, Balearia, Navantia o Primafrio, con el fin de promover proyectos de hidrógeno renovable en todos los ámbitos de la economía española o la Alianza Net Zero, cuyo objetivo es acelerar la descarbonización del transporte marítimo y de los puertos españoles.
Invertir en I+D es una decisión estratégica que conlleva una serie de incertidumbres, pero también de nuevas oportunidades para las compañías. Los beneficios de una política empresarial dirigida hacia la innovación, la digitalización o adquisición de tecnologías están claramente establecidos: ventaja competitiva a nivel internacional, crecimiento económico, mejora de procesos productivos u organizativos, identificación de nuevas líneas de negocio y aumento del Know-how como capital de la empresa.
Dentro del sector Transporte, existen diferencias notables a la hora de invertir en innovación. El aeronáutico es uno de los sectores más intensivos en I+D (cerca del 10% de su facturación va destinada a la innovación, frente a una inversión media por país del 1,25%), con productos de alto valor añadido y fundamentalmente orientado a la exportación. Lleva la I+D en su ADN, es parte de su estrategia de desarrollo desde hace décadas y se seguirá apostando por ello como palanca vital para impulsar nuevos mercados. El proyecto ZEROe, mencionado anteriormente es, asimismo, una clara combinación de innovación y avances tecnológicos al servicio de la transición verde.
Al otro lado del espectro, la construcción naval está empezando a dar respuesta al reto tecnológico con proyectos como Astilleros 4.0 (o incluso 5.0) para acelerar la digitalización del sector naval, con grandes proyectos y colaboraciones, como por ejemplo entre Navantia y Siemens.
A su vez, el sector logístico, a menudo considerado como más moderado, está apostando por la innovación como palanca para un cambio de modelo a través de la digitalización y la incorporación de tecnologías en los procesos logísticos, como elementos clave para impulsar la competitividad de las empresas del sector.
Los grandes proyectos e inversiones del sector necesitan poder activar grandes cantidades de fondos para su implementación. En este sentido, el objetivo principal del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), el Plan España Puede y los fondos NextGenerationEU relacionados, consiste en impulsar el recobro económico a corto plazo y soportar una transformación más profunda de la economía española.
Para el sector del Transporte, el PRTR ofrece la posibilidad de movilizar diferentes palancas e instrumentos de financiación, para las iniciativas con mayor capacidad de arrastre sobre el crecimiento económico.
Transport Sectorial Leader en FI Group – aurore.asorey@fi-group.com