El camino emprendido hacia la electrificación y la conectividad de los vehículos está llevando a la industria de la automoción de la Unión Europea a tener que lidiar con problemas hasta ahora desconocidos.
Los nuevos componentes necesarios para el vehículo eléctrico y conectado, con las baterías y los microchips como su principal exponente, necesitan, a su vez, materias primas minerales no empleadas en automóviles convencionales.
Si en un vehículo convencional los minerales empleados principalmente son el cobre y el manganeso, el vehículo eléctrico requiere, además, de otros minerales como el litio, el níquel, el cobalto, o el grafito y una cierta cantidad de tierras como el neodimio.
Lo mismo ocurre en el camino a la descarbonización y la generación de energía limpia mediante fuentes renovables, y aquí es donde reside la gran dificultad a la que la industria de la automoción de la Unión Europea debe enfrentarse en estos momentos, dado que, excepto cierta producción de níquel en Nueva Caledonia (Francia), en la Unión Europea no se producen ni existen reservas apreciables de ninguno de los minerales mencionados.
Actualmente, el mundo depende del virtual monopolio de China en estas materias primas, de las que controla los mayores yacimientos en países subdesarrollados por medio de una política neocolonialista, basada en la compra de toda la producción futura a cambio de préstamos que permitan construir infraestructuras en el corto plazo. Esta dependencia se reproduce también en el caso de la producción de microchips, para la que los principales países productores son asiáticos.
Esta situación representa, en muy corto plazo y en los últimos años, un serio problema para los fabricantes de vehículos que se está haciendo visible en recortes de turnos y cierres temporales de fábricas por la falta de componentes, principalmente microchips.
En el medio plazo, la dependencia de China en el suministro de materias primas, y fabricación de baterías persistirá. Además, se sumará un problema adicional que amenaza con explotar en torno al año 2050, cuando se calcula que las reservas de litio se agotarán, también ocurrirá con otros minerales.
La electrificación ordenada supone, de esta manera, un reto a largo plazo que requiere el esfuerzo coordinado de empresas privadas, universidades y poderes públicos, pero que en el momento que se logre será beneficiosa para todos.
Como otros grandes cambios y desafíos enfrentados a lo largo de la historia, la consecución de este reto supondrá un cambio disruptivo para la humanidad, como con los avances en la navegación (S. XVI), la revolución industrial (S. XIX) o la carrera espacial (S. XX).
Asimismo, los líderes podrían establecer un dominio tecnológico duradero, como el logrado por la industria naval española tras la llegada a América, o la industria espacial y de las comunicaciones estadounidenses después de llevar al ser humano a la Luna. No será fácil ni será inmediato, y como el límite de 2050 está demasiado próximo es necesario actuar de manera urgente.
De este modo, la competitividad europea en el vehículo eléctrico y conectado pasa por la independencia energética y de materiales, de modo que cobra gran importancia la investigación y producción de nuevos combustibles limpios alternativos, las inversiones en producción de energía por medio de fuentes renovables, la “minería secundaria” que permita reaprovechar los minerales de las baterías al final de su vida útil, la investigación y producción de baterías de segunda generación, y la fabricación de semiconductores y microchips de gama media (mayores de 5nm) y de tecnología de vanguardia (menores de 5nm).
Coherentemente con estas necesidades, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), que articula los fondos de recuperación recibidos de la Unión Europea, continúa publicando convocatorias de ayudas para la realización de proyectos de diversa naturaleza, algunas de ellas asociadas a los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE).
En la persecución de la descarbonización del parque automovilístico, el PERTE VEC ofrece ayudas como las del Programa MOVES FLOTAS, de incentivos a proyectos de electrificación de flotas de vehículos ligeros; el Programa MOVES Proyectos Singulares II, de incentivos a proyectos singulares en movilidad eléctrica; o las ayudas a actuaciones integrales de la cadena industrial del vehículo eléctrico y conectado, que tendrá a lo largo de 2023 una segunda convocatoria al no agotarse los fondos previstos en la primera convocatoria, y disponer aún de unos 2.200 millones de euros.
En cualquier caso, para lograr esta ansiada electrificación es necesario tener cierta independencia en lo que se refiere a la disposición de energía limpia para alimentar los vehículos, y de materiales críticos para los nuevos tipos de vehículos.
Por su parte, en la búsqueda de la autonomía energética a través de la generación de energías limpias provenientes de fuentes renovables, el PERTE ERHA recoge ayudas para diferentes actuaciones relacionadas con el sector automoción.
Así, proyectos que impliquen la generación de hidrógeno renovable para su uso en movilidad, el desarrollo de pilas de hidrógeno destinadas a vehículos automóviles, el desarrollo de baterías con prestaciones mejoradas y/o sin dependencia del litio, o las instalaciones de producción de biometano apto para automoción a partir de RSU o de explotaciones ganaderas, son proyectos con impacto en el sector y para los que existen convocatorias de ayudas e incentivos. Como los incentivos a proyectos pioneros y singulares de hidrógeno renovable, a la cadena de valor innovadora y de conocimiento del hidrógeno renovable, las ayudas a proyectos innovadores de I+D de almacenamiento energético, o las ayudas a proyectos singulares de instalaciones de biogás, respectivamente.
En lo que se refiere a la disposición de materiales críticos, especialmente en el caso de aquellos necesarios para la fabricación de las baterías, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico acaba de publicar, en el marco del PERTE EC, la convocatoria de ayudas al impulso de la economía circular, actuación transversal que financia actividades orientadas a la reducción del consumo de materias primas vírgenes, al ecodiseño y puesta en el mercado de productos realizados bajo esquemas de ecodiseño, y a la mejora de la gestión de residuos; en las que la valorización de componentes de baterías al final de su vida útil pueden tener cabida. Por otra parte, queda pendiente de publicación la convocatoria de actuaciones en sectores clave (textil, plástico y bienes de equipo para la industria de las energías renovables).
Finalmente, las empresas de automoción pueden verse beneficiadas, como usuarias intensivas de microchips, de las actuaciones del PERTE CHIP que, entre otros objetivos, pretende dotar a España de capacidad producción a gran escala de semiconductores de vanguardia por debajo de los 5 nm, y de capacidad de fabricación en masa de semiconductores de prestaciones medias, por encima de los 5 nm, para lo que se prevén unos presupuestos de 7.250 millones de euros y 2.100 millones de euros, respectivamente. Lamentablemente, estos beneficios solo serán visibles en un plazo no menor de 5 años, que es el estimado para el desarrollo del PERTE CHIP.
Entretanto, otras actuaciones previstas, como la I+D+i en materia de microprocesadores de vanguardia y de arquitecturas alternativas, así como el desarrollo de I+D+i para el desarrollo de chips cuánticos, se tornan importantes para la industria de la automoción de cara a sortear la dependencia actual.
La actividad en I+D+i resulta esencial en los desarrollos de nuevos tipos de baterías, la recuperación de materiales críticos a partir de baterías al final de su vida útil ofrece más tiempo a las empresas de automoción que en el caso de los semiconductores. Aunque, esta posibilidad no se puede extender mucho en el tiempo, ni será suficiente para cubrir las necesidades previstas. Para apoyar esta I+D+i, también se disponen de otros programas de ayudas como los gestionados por el CDTI, por la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, entre otros.
La complejidad del mapa de ayudas disponibles, así como la competitividad de las convocatorias, hace que contar con la profesionalidad, experiencia y conocimiento que atesora FI Group se convierta en un activo esencial para cualquier aspirante a lo largo de todo el proceso de identificación, solicitud, gestión y justificación de las ayudas.
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